Fecha de emisión: 10/3/2006
Código: 2006-02-S
Valor: 32 (pesos uruguayos)
Dibujante: Artista Plástico Nelson Romero
Tirada: 15.000
Alfredo Zitarrosa, nació en Montevideo, Uruguay, el 10 de marzo de 1936.
Su vida en una zona rural del país hasta su adolescencia, influye notoriamente en lo que será su repertorio, esencialmente de raíz campesina.
Se inicia como
cantor profesional en el Perú, en 1963, cuando a instancias de un amigo
suyo se presenta en un programa televisivo de la ciudad de Lima. Durante
su viaje de regreso al Uruguay, canta en un programa radial de la
ciudad de La Paz, Bolivia.
Hasta entonces se había desempeñado como periodista y locutor radial, trabajando en varias emisoras de Montevideo.
Más tarde sería un brillante cronista del célebre semanario "Marcha", dirigido por Don Carlos Quijano.
La difusión radial sorpresiva de algunas canciones
que había grabado a instancias de sus amigos, compañeros de labor, caló
hondo en el público oyente, identificado profundamente con su canto, que
parece encontrar en Zitarrosa una voz honesta y una forma de cantar "a
lo uruguayo", que da comienzo a una relación que no quebrará ni la
propia muerte.
Su debut como cantor profesional en Montevideo, tuvo
lugar en el auditorio del SODRE (Servicio Oficial de Difusión
Radioeléctrica) en 1964.
Su primer disco publicado, "Canta Zitarrosa", abrió
el camino de la difusión de la música nacional de este género en su
tierra, compitiendo en ventas con el fenómeno popular de la época: los
"Beatles". Fue un militante defensor de los derechos de los artistas
nacionales y de la producción de estos, como las de Viglietti, Los
Olimareños, Capella, Palacios, entre otros, representativos como él del
sentir nacional.
Desde 1965 hasta 1988 grabó aproximadamente cuarenta
discos larga duración, en diferentes países, fundamentalmente en Uruguay
y Argentina.
Recibió en vida innumerables distinciones y premios,
aparte de la permantente marca en ventas discográficas, entre las que se
destaca la Condecoración con la Orden ‘Francisco de Miranda’ por parte
del presidente de Venezuela en 1978.
Debido a su militancia política su canción es
prohibida en Uruguay a partir de las elecciones de 1971 (prohibición que
se consolida con el establecimiento de la dictadura cívico-militar el
27 de junio de 1973). Con el recrudecimiento de la persecución, habiendo
sido convencido de que su canto sólo sería útil a la causa del pueblo
desde fuera, debe salir al exilio en 1976, primero rumbo a Argentina,
hasta el comienzo de la dictadura militar en aquel país, hasta que debe
partir (por la misma causa que del Uruguay) para radicar en España donde
estuvo residiendo hasta abril de 1979. Desde ese momento vivió en
México, donde aparte de cantar, desarrolló actividades periodísticas en
el diario "Excelsior" y en "Radio Educación" con su programa "Casi en
privado". Durante este período, a pesar de ser reconocido por él mismo
como el menos creativo debido al dolor por el desarraigo, graba y edita
varios discos en España, México y Venezuela. Asimismo participa
activamente de diversos festivales internacionales, como abanderado de
la lucha a favor de la libertad del pueblo uruguayo y de otras naciones
oprimidas por gobiernos de corte fascista, y como referente ineludible
del canto popular uruguayo y latinoamericano.
Levantada la prohibición de su canto en Argentina en
1983, es contratado para realizar un recital en ese país, oportunidad
que es aprovechada por Zitarrosa para acercarse a su tierra, pasando a
residir en Buenos Aires, hasta el momento que fuera posible su regreso
al Uruguay. Allí realiza –entre otras- una memorable actuación en el
estadio de Obras Sanitarias, donde al presentarse ante el público que
colmaba el estadio, solicita su permiso: "Ojalá a partir de este momento
ustedes me autoricen a seguir cantando a nombre de mi tierra".
El 31 de marzo de 1984, es recibido por una multitud
que lo aclama y lo acompaña, desde el aeropuerto, por todo Montevideo,
en una circunstancia que es defida por él mismo como "la experiencia más
importante de su vida", lleno de una emoción profunda de alegría por el
rencuentro con su tierra, con los amigos, sus "hermanos", y la profunda
alegría por el regreso a su amado país.
Una vez en su tierra realiza conciertos por todo el
país y edita nuevos trabajos discográficos, entre los que presenta la
serie "Melodía Larga", milongas instrumentales para conjunto de
guitarras, guitarrón y otros instrumentos de uso típico en el Jazz.
En 1988 edita por primera vez su obra literaria como
tal en el libro de cuentos "Por si el recuerdo", que recopila historias
escritas durante sus últimos treinta años.
Su temprano y sorpresivo fallecimiento, en
Montevideo, el 17 de enero de 1989, repercutió tan hondamente en el
pueblo, en toda la comunidad hispano y latinoamericana, y en otros
tantos países, al extremo tal que "el mundo entero fue una limpia e
inmensa lágrima".
Como poeta, integra en sus canciones el sector de
mundo que le tocó vivir. Encontró, deshaciéndose, las esquivas palabras
que simulan pasiones, historias, fábulas y esperanzas. Encontró, las
palabras convenientes, las más precisas para sus descripciones:
"Mariposa marrón de madera"; "Puedo enseñarte a volar / pero no seguirte
el vuelo"; "Tú no pediste la guerra / Madre tierra, yo lo sé".
Como músico, componiendo a favor de la guitarra y por
milonga, creó un estilo de arreglos "a lo Zitarrosa", con el sello de
su creatividad musical, impuso este género como un estilo popular vivo.
Fue impulsor del concepto de la fusión musical en el uruguay, llegando
en su último trabajo discográfico a asimilar desde la milonga al rock,
continuando la búsqueda de lo que él mismo definó, en 1969, como un
"auténtico jazz del sur", en base a la milonga.
Hombre de prodigiosa erudición, fue un narrador
brillante, quien logró además a través de sus "Fábulas Materialistas"
(recopiladas y publicadas en libro, por su familia, en el 2001), una
sabrosa mezcla surrealista de ciencia, mito y humor.
Pero en Zitarrosa coexistían, además, los insólitos
Diamólogos, el entrevistador agudo en "Marcha", el locutor que creó toda
una escuela del decir radial. No debe olvidarse un lejano trabajo
crítico de Alfredo sobre "el cantor alienante y el público alienado".
Allí, este hombre de seductora voz, de presencia imponente en el
escenario, alertaba al lector sobre posibles alienaciones ante la
"figura" de un artista, ante la aureola de un astro que prácticamente
invalidaban toda audición crítica; toda audición que realmente atendiera
lo que el artista estaba "dando" sobre el escenario. Abreviemos: nos
enseñaba que siempre debemos oír críticamente al artista.
Su familia, con el apoyo de amigos y personalidades
de la cultura, entre otros, en honor a su ejemplo artístico y ético, en
la fecha de su nacimiento, el 10 de marzo del 2004, declara la creación
de la Fundación que lleva su nombre, para preservar su legado y
trabajar, a favor de la cultura, de los valores humanistas e ideales
sociales, como lo hizo Zitarrosa, del mismo modo que él los defendió y
cantó.
En opinión del poeta Washington Benavides,
Zitarrosa es "un hombre renacentista, atento a todo aquello que
significa cambiar la vida". El poeta Saúl Ibargoyen lo define como "un
hombre y un artista con la magia de crear Luz de donde sólo hay
tinieblas".
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